lunes, 10 de noviembre de 2008

despedidas antes del fin

Me he despedido muchas veces de gente a la que no he vuelto a ver más. He dicho adiós a cosas, a proyectos, a ilusiones. He dicho adiós a una forma de vivir y de entender las cosas. Todo tiene etapas y todo se transforma, aunque las cosas vuelvan siempre al mismo lugar.
Algunas noches en vela he descubierto que no somos diferentes al coronel Aureliano Buendía de los Cien Años de Soledad, encerrado en una habitación a oscuras construyendo y volviendo a fundir sus pececitos de oro. He descubierto que a veces no estamos tan lejos de la locura del Martín en Sobre Héroes y Tumbas, y de su teoría conspiratoria de un mundo mucho más oscuro que el que ven los ciegos; o de las idas y venidas de esa princesa-dragón que se llama Alejandra. Hoy eufórica y espectacular; mañana, hundida y huidiza.
Suelo decir que vivir es como subir en una montaña rusa. Confiamos siempre en que por muchas subidas y bajadas de vértigo que de nuestro carro, su sistema no se salga nunca de los raíles. Pero no es cierto. Es otra de las mentiras que nos han hecho creer.
Sé bien a lo que voy a decir adiós. Mi vida acaba cada noche y comienza cuando se inicia el día. Sé que no será fácil y que volveré a bajar y subir, pero hay momentos en que lo mejor es decir adiós.